jueves, 29 de mayo de 2008

Cuba y Cerdeña: dos pequeñas islas con quizás algunas cosas en común por Tecla Faranda*


En el pasado mes de mayo participé en una serie de tres encuentros en Cerdeña sobre el tema de los Cinco cubanos - en Cagliari, Nuoro y Sassari - organizados por los círculos Italia-Cuba sardos.

En los encuentros participó Silvia Baraldini, perseguida también por la “justicia” norteamericana y condenada a 43 años de cárcel, no habiendo cometido ningún crimen de sangre, si no solamente una serie de acciones o intentos de acciones, indudablemente calificables como crímenes, unidas a la lucha política de otra minoría oprimida, la de los afro-americanos.

Las analogías del caso Baraldini con lo de los Cinco son indudables y nuestras conversaciones con un público decididamente consciente e interesado, además numeroso más allá de las expectativas y compuesto también por jóvenes, fueron analizadas desde dos puntos de vista –la del que vivió la experiencia en primera persona sobre la misma piel y la del que reconoce la deliberada violación de reglas jurídicas- indudablemente diferentes, pero, justo por este motivo, extraordinariamente aptas para representar y a hacer evidente la misma realidad.

La realidad maquiavélica -o kafkiana- de un Estado que decide hacer política y hacer la guerra también en las aulas de los Tribunales, violando a su gusto las reglas que él mismo se puso y que son fundamentos del sistema democrático, al nivel máximo en el sistema de las leyes: el constitucional.

Nadie quiere esconder que la Historia -no sólo la norteamericana y no sólo recientemente- a menudo vio hechos parecidos que privilegiaron, de modo más o menos grave, intereses políticos e imperialistas injustos en detrimento de los derechos de las personas y de la aplicación de las mismas leyes que se dieron los Estados modernos y por decir "demócratas".

Pero cuánto es injusto todo ello, tiene que ser afirmado, si hace falta explicado y repetido, si se quiere reaccionar a la injusticia, si, como dijo Martí, el conocimiento es el único camino que lleva a la libertad, llevando también a una solidaridad que contribuya a desplazar los obstáculos que surgen delante del objetivo último de la justicia.

Y sobre la importancia fundamental de la solidaridad de los pueblos y de quien cree y quiere la afirmación de la justicia, en cada acepción, Silvia Baraldini habló que logró poder expiar la pena en Italia, solamente después de que su caso derrumbó muros antes insuperables por los entornos de la política y los medios de comunicación que tendieron sobre el hecho un velo de silencio intencional.

Demasiado tiempo pasó desde el principio del hecho judicial de Silvia Baraldini a su vuelta a Italia: dieciocho años de tiempo y vida, que nadie indemnizará a la víctima, como ya nadie indemnizará a los Cinco cubanos casi diez años pasados en prisión en los EE.UU.

Pero queremos creer y pensar que el conocimiento y la implicación de las personas -que crecen y siempre crecerán más y más en todo el mundo- ayuden en la batalla que, al final, es afirmar la justicia que el mismo sistema norteamericano quiso poner como garantía para sus ciudadanos.

Porque los Cinco cubanos, según la misma justicia americana, tienen que ser considerados inocentes, no habiendo ninguna prueba en la comisión de los crímenes más graves que les han sido adeudados y habiendo sido, además, en este momento, y por ahora, anulada la sentencia de primer grado que los condenó.

De este hecho se habló en el curso de los tres encuentros mas que abarrotados, organizados con calor, cariño e implicación -además con extrema seriedad, eficiencia, inteligencia y claridad de objetivos- de los círculos sardos y este aspecto me recordó los eventos a los que tuve la suerte y el privilegio de participar en Cuba.

Dos pequeñas islas, dos "pequeños" pueblos que vivieron durante siglos, dominaciones e influencias extranjeras pero que todavía están atados fuertemente a sus tradiciones y a sus especificidades culturales, dos poblaciones a menudo víctimas del imperialismo.

También Cerdeña sufre en efecto, de alguna manera, de los mismos males, en el momento que gran parte de las bases de la OTAN se encuentran en tierra de Cerdeña, estropeando sus bellezas naturales y perjudicando el legítimo gozo del territorio por parte de sus habitantes.

Dos pueblos orgullosos, llenos de ganas de vivir y de calida humanidad, que no soportan la injusticia y que han demostrado en su historia que están dispuestos a combatirla y afrontarla seriamente para afirmarla.

Por esto quizás la solidaridad de los sardos respecto a los Cinco cubanos es tan profunda y absoluta: es la de un pueblo que entiende ante, sobre su misma piel primero antes que en la mente, la importancia de la batalla por la liberación de los Cinco cubanos y por la afirmación de la justicia.

*La autora es abogada italiana, miembro de la Asociación de Juristas Democráticos

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